miércoles, 6 de mayo de 2009

Plan de Iguala y Tratada de Córdoba


A fines de 1820, el coronel realista Agustin de Iturbide, con treinta y siete años, fue nombrado comandante general del Sur y se le encomendó la tarea de sofocar la insurrección de Guerrero, una de las últimas que continuaban en liza. Sin embargo, al ver que la causa se inclinaba en favor de la insurgencia, invitó al mismo Guerrero a declarar la independencia de México en reunión que se conoce como "El abrazo de Acatempan" y, juntos, presentaron el Plan de Iguala, en el que se proclamaban tres garantías: la independencia de México, la igualdad de derechos para españoles y criollos y, por último, la supremacía de la Iglesia Católica. Rápidamente, el ejército trigarante (de las tres garantías) avanzó sobre la capital con mayor número de adeptos cada día. En vista de ello, el nuevo representante del rey de España, Juan O'Donojú, firmó el tratado de Córdoba, el 24 de agosto, mediante el cual legalizó el Plan de Iguala, puso fin a la guerra y consumó la Independencia. Iturbide entró triunfalmente en la capital el 27 de septiembre de 1821.

Iturbide presidió la Junta Provisional Gubernativa, que tenía que cumplir con el Tratado y el Plan, base del gobierno del naciente Estado mexicano. El partido iturbidista era el más numeroso pero carecía de organización; los partidos opositores -borbonistas, progresistas y republicanos- contaban, en cambio, con la fuerza de las logias masónicas.

Al desconocer España el Tratado de Córdoba, advirtió a los gobiernos europeos que el reconocimiento de la independencia de cualquiera de las colonias hispanoamericanas se consideraría una violación a los tratados existentes. Iturbide, entonces, empezó a preparar su ascenso al poder.

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